Si copias algo, citame!

01 diciembre 2013

Carta Abierta a las guiadoras de la AGA

Hace tiempo que vengo rumiando mi partida de la Asociación Guías Argentinas. Tenía una conversación frecuente con una amiga, donde ella me decía que qué hacía todavía “dentro de las guías”, y yo le contestaba que mientras hubiera algo que yo pudiera hacer por la Asociación, lo haría, que siempre se puede cambiar y mejorar. Y que cuando pensara que ya no podía hacer nada, me iría.

Ese momento, lamentablemente, llegó.

Llegó de la mano de muchas cosas, de esos detalles que, de a uno, son boludeces, pero que acumulados suman (o mejor dicho, restan) un montón…
Un detalle no menor, quizás lo principal: no estuve disfrutando de la mayoría de las actividades guías. Cuando asumo responsabilidades por compromiso con otras personas, cuando no es mi genuino interés, termino preguntándome “¿para qué dije que sí?”. Lo que sí disfruté fue el aporte que pude hacer al consejo de Zona Paxtu, los Cursos de Coordinación de Campamentos I y II.
Pero en sí, la tarea de consejo es muy ingrata: si hacés las cosas bien, nadie te las agradece, y si las hacés mal, te caen como cuervos. Y no tenés a las guías para alegrarte un sábado, porque casi el 100% de la tarea de consejo es con adultas.
Las otras cosas que me hicieron plantearme mi sentido de pertenencia a la Asociación es que yo siento que cambié, que evolucioné, y de repente me encontré sin un lugar real. Entonces defendí mi no-lugar, mi aporte desde lo personal… pero sin cargo no podés hacer absolutamente nada.
Yo cambié: nunca fui nacionalista, ahora sin ningún tipo de culpa.  No creo en los países más que por una división política, pero ésta no define la idiosincrasia de la gente de una región.
Era católica… Pero primero quedé afuera de la Iglesia por divorciarme, y luego, viendo a la iglesia desde afuera, la verdad, no me dieron ganas de volver. Y menos con la cantidad de presiones a las que se ven sujetas las comunidades que trabajan en Parroquias. Poniendo bajo la lupa las doctrinas de la Iglesia, pensé, incluso, que había tardado mucho en irme. Así que tampoco tengo una religión.

El meollo de la cuestión, sin embargo, es otro.

Yo podría haber elegido seguir en un cargo, con más o menos satisfacciones, y disfrutar lo bueno y soportar lo malo.
Podría seguir careteando que no tengo religión ni patria, total, ¿quién se va a poner en juez (o jueza) de eso?
La cuestión vino por otro lado.
Me puse a pensar en qué cosas son fundamentales para el guidismo. Qué cosas son aquellas que, sin eso, no hay un guidismo verdadero. Y llegué a estas conclusiones:
  • Ser un “Movimiento”. La idea de movimiento, de cosa movible, que va cambiando, no se condice con la actual Asociación, que para hacer una página institucional o un manual tarda 10 años. Que para contestar un e-mail tarda meses, o directamente no hay respuesta. Que no se ha subido al cambio en las relaciones entre la gente, que son cada vez más globales y más horizontales, y continúa con una estructura jerárquica y vertical, que no facilita la comunicación entre las bases, entre las diferentes comunidades. Que realiza un encuentro para hablar de temas polémicos, pero luego no se pronuncia al respecto o no realiza un trabajo en consecuencia.
  • El método de educación no formal, basado en el sistema de patrullas, el juego y el Aire Libre. ¿Cómo puede haber guiadoras e incluso instructoras que no les guste el Aire Libre? ¿Cómo puede ser que ya no se use el sistema de patrullas en las guías? ¿Cuándo fue que dejaron de usar el juego para aprender, y lo ven sólo como una actividad para distenderse? Si las guías no tienen aire libre, sistema de patrullas y juego, son un club de barrio, una agrupación de iglesia, no más.

Ahí me di cuenta que la Asociación iba en un rumbo que, en mi opinión, estaba errado. Se hace excesivo hincapié en las formas (el uniforme, el cumplir con los requerimientos de la iglesia, las autorizaciones para salir con los fuegos correspondientes) y casi nada en el contenido (programa acorde a las chicas, creatividad de las actividades, aprendizaje formativo de ellas).
¿Qué es la forma sin el contenido?
Un cascarón vacío. Un bonito uniforme sin valores; una guiadora con fuego verde pero sin capacidad de inventar una actividad original; una persona obediente y sin iniciativas (porque jamás se encontró con dificultades en campamento, o descubrió su vocación dentro del sistema de patrullas).
¿Dónde quedó el liderazgo?
Se fue con el sistema de patrullas.
¿Dónde quedaron las iniciativas, la creatividad, la fortaleza para el trabajo?
Se fueron junto al Aire Libre
Y lo que nos queda es una solemnidad vacía, porque también el juego está desapareciendo.

Comentando esto con diversas guiadoras e instructoras, noté que muchas me daban la razón, pero sin embargo no les parecía tan importante, no participaban en las instancias de decisión, no se quejaban (formalmente, ante las responsables) de las decisiones que las perjudicaban, no proponían nada nuevo.

Y ahí me dije: la equivocada soy yo.

Si todas están contentas con la Asociación Guías Argentinas, es que yo tengo un punto de vista que no coincide. Yo pretendo que cambien las reglas de un juego, y las jugadoras están contentas tal cual están. Y no hay que cambiar nada en la Asociación. Simplemente me tengo que ir,  ya que no puedo compartir este modo de conducirse.
Llegada a este punto, me empezó a molestar usar el uniforme. No por vergüenza, como las guías que son nuevas y tienen miedo a que las carguen, sino porque no me sentí auténtica. El pañuelo que estaba portando dice qué cargo tengo, y yo la verdad no quería ese cargo, sino la libertad de acción para desplegar mi potencial. Y el uniforme muestra mi pertenencia a una asociación de la cual tengo más diferencias que acuerdos.

¿La frutilla del postre?
La decisión de no tratar el tema de los tótems en la Asamblea Nacional.
La moción no se envió a tiempo. No cumplió los formalismos necesarios. Un error administrativo no le permitió ir por la vía correcta.
Pero la decisión, tomada por la mayoría de la asamblea, de no tratar el tema sobre tablas, para mí es jodidamente sintomática. Es como los diputados o senadores que no dan quórum: no es lo mismo perder en una votación, que no tener la oportunidad de votar. “Estamos cansadas, queremos terminar”, no me parece una razón valedera para dejar afuera una moción.
Negarse a discutir ideas, no importa lo descabelladas o, por el contrario, lo fantásticas que sean, es síntoma de una muerte cerebral e institucional.
El tótem en sí no es tan importante, la verdad. Las chicas que lo usan lo van a seguir haciendo, la intención era simplemente poder compartir su riqueza en valores educativos. Pero la moción del tótem era la punta del iceberg de un cambio de cabeza, de empezar a abrirse y a ser permeables a otras propuestas. Y no lo fue.

La realidad actual jode. La realidad es peligrosa, tiene ideas, y cambios vertiginosos que a todas nos asustan. No metamos la cabeza debajo de la tierra como un avestruz, buscando una seguridad que de verdad no existe, porque no adaptarse al cambio es morir. Si las comunidades guías actuales sólo son un aguantadero de gente perdida y con miedo a la sociedad, vamos mal. Si las comunidades, por el contrario, son semilleros de líderes que empiezan por transformarse a sí mismas, para luego transformar su entorno, estaremos hablando de un verdadero espíritu guía.
Enfrentemos la realidad y transformémosla con verdadero espíritu guía.

Unas últimas palabras de aclaración, que esto ya se hizo demasiado largo: me voy de la Asociación Guías Argentinas, no me voy de las guías.

Porque guía soy (como dice la canción), guiadora soy, instructora soy, y gran parte de mi personalidad y mi forma de ser se forjó en las guías. Forjar es una palabra fuerte, que denota un proceso que se da a través de los años.
Y también quiero decir que ¡no me peleé con nadie! Por suerte no tengo rencores, ni cuentas pendientes con ninguna.
Pero no necesito tranzar en cosas que creo fundamentales para pertenecer a una institución y seguir siendo guía.

Fui, soy y seré guía siempre. Y lo que pueda aportar lo haré desde este, mi no-lugar, mi no-cargo. Aquí estoy, para lo que pueda asistirlas.
Siempre Lista!


                                                        Juana Inés Gallego Sagastume,
                                  Chinchilla Perceptiva
      para las que sepan apreciarlo

PD: releyendo este blog, encontré esta entrada, que no difiere mucho de lo que estoy pensando ahora... quizás yo no haya cambiado tanto, después de todo!

02 noviembre 2013

Las etapas de rehabilitación y el gimnasio

Ayer viernes 1º de Noviembre hizo un año de mi lesión...
 ¡WAW! Día de emociones encontradas, ya que fue un año muy extraño! 
Y además también se casó mi hermano.... 
Y fue mi aniversario de promesa guía... 
En fin, de todo.

Pero hoy quiero escribir sobre el gimnasio de rehabilitación. 


ETAPAS:
En este año pasé por muchas etapas.

Avatar de FB
La primera etapa fue la de negación: "No, esta lesión no es tan grave, en un par de meses zafo. Me operan y listo. Si a los jugadores de fútbol en seguida los ponen a jugar de nuevo". Y hacer planes inmediatos, postergar cosas para dentro de unas semanas, porque bueno, no es para tanto. NO. Es que sí es para tanto. 

La segunda etapa, de desesperación: "Esto es una mierda, ¡¡no puedo hacer nada!!". Y rascarse, sentir hormigas en el culo, calambres por estar quieta, tratar de hacer cosas imposibles como un desayuno... Y deprimirse.

Avatar de FB: Painkiller Jane
La tercera etapa, de resignación: "¡No me queda otra! Vamos a ver qué podemos hacer.". Y boludear, jugar, leer, escribir en FB, hacer proyectos y cosas postergadas que no requieren mucha movilidad. ¡Y pedir ayuda! Delegar las cosas que realmente no podía hacer.

La cuarta etapa, de aceptación: "¡Hey! ¡Ya lo peor pasó! Hagamos que esta experiencia y este tiempo valgan la pena". Y ahí salieron resultados increíbles. Leer mientras me conectaban los electro estimuladores, aprovechar el tiempo para escribir mi novela o cuentos, y la concreción de Jane Poppins :)

Estas etapas si bien al principio fueron por orden, luego se repitieron aleatoriamente. Se dieron en casa y en el gimnasio, y tuve días buenos y malos y neutros.

EL GIMNASIO:
Los días malos, me encerraba en mí misma. Es difícil compartir la tristeza. Y esos días me ponía los auriculares, me subía a la bici mirando el piso, no cruzaba miradas con nadie, salvo con el reloj de pared. Los profes del gimnasio, pibes y no tanto, también estaban para esos momentos. Conocen los bajones y saben que es inevitable que en algún momento caigas. Como el día de mi cumple, que se me caían las lágrimas.

Avatar de FB: frase de Kirk
Los días buenos, si bien a veces escuchaba música, por ahí lo hacía con un auricular solo, conversaba con algun@s, saludaba a todo el mundo. Y desde la bici fija recorría kilómetros de planes... y se me ocurrían ideas para escribir o resolvía problemas de mi entorno. Y por supuesto, bromeaba con los profes, nos reíamos o compartíamos historias personales y mp3.

Lo único que puedo asegurar es que TODOS LOS DÍAS le puse garra: si estaba triste para descargar frustración, si estaba contenta porque le ponía toda la onda. Constancia, perseverancia. Aunque al levantarme puteara en ruso, iba igual al gimnasio.

Al inicio, los ejercicios simples.
El día que terminé la pileta
Los ejercicios que cuando me los explicaban pensaba: "me estas jodiendo, ¿eso es todo? ¡Es aburridísimo!". Y sin embargo al primer intento, me moría de miedo o de dolor... Ya mi cuerpo no era el que recordaba, estaba muy asimétrico y poco funcional.

Luego siguieron ejercicios más desafiantes, donde ya el equilibrio, por ejemplo, juega un papel más importante. Y recuperar la propiocepción, la percepción de mi propio cuerpo, y su dominio. O también los ejercicios de fuerza, para ganar músculo. Y salir con las patitas temblando del gimnasio, con las endorfinas a pleno.

Un día me di cuenta de algo.
Tod@s l@s que estábamos ahí, ya sea en la pileta o en el gimnasio o en la sala de masajes y electroestimulación, teníamos algo en común. Nos unía el dolor, de alguna manera. Y también, tod@s estábamos (y estamos) allí porque la estamos peleando.

Empecé, entonces, a observar a las personas que estaban en mi entorno. La viejita que hacía un ejercicio sentada con una pelotita en la mano, el rugbier que se esforzaba en la bici, la chica de hockey que hacía estocadas, el cincuentón que transpiraba los abdominales, la mujer que esquiaba en un ejercicio complicadísimo... No importaba la edad, el género, dónde vivían o a que se dedicaban, cada un@ de ell@s venía de una lesión, de un dolor profundo, del miedo, de una operación. Y allí estaban, estábamos todos, dando el 100% de nuestro esfuerzo. 
Avatar de FB: letanía del miedo mezclado con Yoda
No porque quisieran bajar la panza para el verano; no porque quisieran hacer facha.
Sino porque todos tenemos ganas de vivir bien.
Dando el 100%. Aunque aparentemente algun@s estuvieran quiet@s mirando la nada, me la juego que en su interior estaban librando otras batallas.

Y entonces me di cuenta de otra cosa: había una puerta de entrada para cada una de esas personas. Mirando sus cicatrices, o sus gestos de esfuerzo o de dolor, podías adivinar:
-¿Te operaron de cruzados? A mí también.
A partir de ahí intercambiábamos historias, y la próxima vez el diálogo era otro:
-¿Y? ¿Cómo la vas llevando?
Personal. Íntimo. Y te largabas a contar otras cosas, preguntar a que se dedicaba o hablar de los progresos. Ya después, dar y recibir consejos.
Una especie de Hermandad de la Cicatriz. 
Avatar de FB: Sally

Donde el respeto por el esfuerzo de cada un@ es total. Donde el progreso del/la que está al lado nos alegra, porque nos da esperanza de progresar nosotr@s también, y porque además, ya conocés de alguna manera a esa persona, y te alegra verla superarse y estar mejor. 
Y donde la regla fundamental es no compararse. Porque eso nos dicen casi todos los días: las lesiones son todas diferentes, las personas son distintas y las respuestas en el tiempo, para la recuperación, también son únicas.


Avatar de FB. Mike
El otro día, uno de los chicos renegaba de tener que perder tres mañanas a la semana en el gimnasio. Yo le dije que no lo veía como una pérdida de tiempo; que el tiempo acá me habilitaba para el resto del día, para las demás actividades cotidianas.
Me preguntó:
-Y a vos, ¿cuánto te falta?
-No sé... Yo ya no pienso en esos términos. Estaré acá lo que haga falta para estar bien. Como mínimo, todo el verano... Todavía no puedo correr y saltar, hacer ejercicios con impacto. Pero cuando esté recuperada, si empiezo una práctica deportiva, seguramente seguiré viniendo para reforzar y prevenir lesiones.

Ese día, tenía turno a la tarde para mi revisión mensual. Cuando vi a mi médico, me encontró muy bien, revisó la articulación y la encontró fuerte. 

Ese día, me dio el alta: "Actividad libre".   :)


Avatar de FB: Party Hard! 






14 octubre 2013

Preguntas poderosas

Tengo que tomar una pila de decisiones en estos días. Posibilidades que se abren, pero que al tomarlas restarán Energía (tiempo, dinero, prioridad en pensamiento) a otras actividades. No soy infinita, no tengo tiempo infinito. Hay que elegir.

Y para decidir, me hago estas preguntas sobre la actividad / tarea / responsabilidad / acción:


* ¿Me dará placer hacerla?
* ¿Está alineada con mis objetivos? O dicho de otra manera, ¿Suma a mi vida o resta?


Me encontré en el pasado haciendo mil cosas que tenían distintas direcciones, que en su conjunto me hacían no ir a ninguna parte. Como un conjunto de vectores que sumaban cero, o muy poco, hacia alguna dirección. Y encima, a la mayoría de estas actividades no las disfrutaba. No quiero encontrarme sobrecargada de tareas y responsabilidades que, en el fondo, no elegiría.

Pero aprendí a decir "no" cuando lo necesito. Por otra parte, si tengo que elegir entre cosas que me gustan, elegir la que más me convenga en este balance. Es decir que ya estoy en otra instancia de elección: no solamente elegir las cosas que me dan placer, y dejar de lado las que no (un primer filtro), sino que ahora decido elegir de entre las cosas que dan placer, aquellas que están alineadas con mis objetivos vitales (segundo filtro). 

La mayoría de las actividades / tareas / responsabilidades / acciones, sin embargo, conllevan partes desagradables. Por ejemplo: me gusta la vida de docente universitaria, por más que hay muchísimas instancias de burocracia. La cuestión es decidir hasta qué punto me involucro en esa vida universitaria, si decido ser representante ante el Consejo Directivo, o miembro de una comisión, o no. ¿Voy a disfrutar metiéndome en política universitaria de nuevo, con la adrenalina y las endorfinas de cuando se logra algo importante, pero también con la amargura de saber que hay cosas que no van a cambiar, que son parte del status quo? Si me metiera en política universitaria, ¿me sirve para mi carrera docente? ¿O la perjudica? ¿Hasta qué punto el camino de no involucrarme también sirve?

Y me planteo esto mismo en otros dominios de mi vida: en las guías, en mi empresa Jane Poppins, en la actividad deportiva, en la literatura... hasta en la manera de llevar mi pareja y mi familia.

Me preguntaba hace unos días: 
"¿Estás siendo quien querés ser, la mayor parte del tiempo?"
Y me hice un cartelito para poner en el auto. Esos espacios de manejo, a veces sirven para reflexiones de este tipo. Me di cuenta de que la gran mayoría de las cosas que hago las disfruto mucho, son genuinamente mías. Y bueno, no se puede ser feliz al 100%, ¿no? Y está bien. También hay que bancarse la cola del supermercado, o llevar el auto a arreglar, o ir al cajero a blanquear la clave del homebanking; no hay nada emocionante en eso, pero tampoco es para andar quejándose. 

Y también me pregunté: ahora que no voy a estar en las guías (un espacio donde dejé de sentir el placer de hacer cosas), ¿cuál va a ser mi voluntariado? Y sentí culpa de ya no estar haciendo ese trabajo. La pregunta es, también, ¿qué entendemos por voluntariado? ¿Es laburar gratis, no más? Es que no quiero ser accionada por la culpa, sino por la emoción de hacer algo. Quizás lo puedo pensar como alguna forma de acción y compromiso ciudadanos, una disposición hacia el bien común, un involucramiento en algo que no me va a dar un beneficio inmediato...

No sé. En eso estoy. Reflexionando sobre estas cuestiones y haciéndome preguntas que no son binarias, que no son cerradas, sino que dan lugar a consideraciones interesantes para mi vida.




28 septiembre 2013

Se cierra un ciclo - Madurar


Vengo revolucionando en mi cabeza. Este es un post caótico, con muchas cosas mezcladas... Pero siento que de alguna manera están conectadas.


Musta y Mati
El lunes pasado murió Matilda, mi gata. Estaba viejita, y no estaba comiendo bien. Cuando decidí llevarla al veterinario, murió en el camino. La extraño mucho, y hasta creo que no estoy durmiendo bien porque me hace falta su pequeña presencia arrollada a mis pies, o en el hueco que se hace cuando dormis de costado. En Octubre iba a cumplir 10 años.
Mati disfrutando de su cajita,
una de las últimas fotos que le sacamos
Mati y Musta (tenia ese nombre porque al principio creímos que era gatito, pero resultó ser hembra) eran hermanitas. Me las regaló una amiga, de esas entrañables que la vida se encarga de alejar. El día que nos las regaló, Nacho y yo las llevamos al departamento donde vivíamos; cada uno llevaba una. Esta semana la recordé muchas veces... Mora está triste también. Para que dejara de llorar le dije: "¿Y como será el cielo de los gatitos?", y ella me contestó: "Capaz que es el mismo que el cielo donde está tu papá". Una divina, me emocionó su respuesta... A Mati la enterramos en una cajita, con flores y con un dibujito de ella, y le cantamos la parte del gato de Pedro y el Lobo. Cada vez que abro una lata de atún, extraño sus insistentes maullidos: era una de las poquísimas cosas que la hacía abandonar su puesto en la cama. 
Matilda se llamaba así por el entrañable personaje de Natalie Portman, una nena extraordinaria, en El Perfecto Asesino, película que me encanta.


Musta ya murió en 2009; éste es el post que escribí. Así que ahora que Mati tampoco está, siento que de alguna manera se cierra un ciclo. No sé muy bien de qué, pero sí que es un ciclo vital, algo que termina para empezar algo nuevo. Como que no falta tanto para cumplir 42 años, y dicen (capaz que es una pelotudez, capaz que no) que los ciclos se dan de a 7 años. Pué ser, qué se yo.

Lo que sí sé es que nunca se vuelve al mismo punto. Ya cambiamos en el trayecto. Todo este tiempo que estuve fuera del streamming debido a mi lesión, me dio para reflexionar mucho. (Cuando digo "fuera del streamming" me refiero a que veía al resto del mundo como un río, en movimiento, y yo parada en la orilla)
Para empezar, bancarme estar sola. Sí, mucha gente me ayudó en este tiempo, no lo niego. Principalmente la familia y amig@s cercan@s. Pero MUCHA gente no estuvo. Y me doy cuenta, con detalles no tan pequeños, que no soy una parte tan importante de sus vidas como creía. Hay huecos que dejamos cuando nos vamos que nadie toma, pero tampoco nadie se preocupa en esos grupos, de cuidar de que vuelvas.

Y es así. Lo acepto. A mí me gustan los grupos, trabajar en equipo, me gusta nuclear gente. Pero bueno... en la vida, en definitiva, estamos sol@s, cada un@ con su alma y sus decisiones. 

Y hablando de decisiones: he decidido madurar.
¿Y qué es madurar? Madurar tiene mala prensa, hay bastantes chistes acerca de eso.
Escribí esa pregunta en FB, y obtuve respuestas de lo más interesantes. 
Madurar es:
* Crecer, evolucionar
* Valorar el tiempo que te queda de vida, y de esta manera hacer las cosas que querés hacer.
* Hacer lo que tenés ganas, sin joder a nadie y sin que te afecte lo que los demás tengan que opinar sobre eso
* Asumirnos, asumir la vida, la muerte, la responsabilidad, la identidad...
* Hacerse responsable de las acciones que uno decide. Así estas acciones sean vistas como infantiles por otras personas (relacionada con la otra)
* Tomar plena conciencia de la libertad que tenemos, y ejercerla de manera responsable.
* Decidir no sólo por este instante, sino por los efectos que estas decisiones tendrán para el futuro. No sólo "carpe diem" hoy, sino que lo que haga también lo pueda disfrutar mañana. 
* Saber poder tomar decisiones y saber bancarse las consecuencias. Saber sopesar los pros y los contras y saber valorar lo bueno y lo malo de la vida que nos toca, y a partir de ahí decidir.

Agrego a todo eso que a veces se confunde la inmadurez con la irreverencia y la diversión. Por ejemplo, ir a ver Monster University porque TE GUSTA, sin la excusa de llevar a un/a hij@ no es inmadurez. Ir a verla escudada en l@s peques, por mas que la entusiasmada sea yo y no ell@s, sí. 
En la ultima fiesta en casa me disfracé de hada. Algunas personas me dicen que les encanta mi color de pelo, pero que no se animan "por su edad" u otras excusas... Temen hacer el ridículo. Pero es que no sé si es el tema del papelón, sino de asumirse como un@ realmente es... digo, ni por un instante pensé que estaba haciendo el ridículo, sino que estaba feliz de ser un hada, por un rato. 
Así que para mí madurar es todo lo que dijeron mis amigos, lo que reflexionamos, pero como para resumir: Madurar es disfrazarse de hada, con orgullo y con todo descaro, porque tenes ganas, y no por llamar la atención.

Madurar tiene que ver también con proyectarse hacia el futuro en las consecuencias de nuestras decisiones actuales... lo cual me lleva a una pregunta poderosa que me ha resonado toda la semana, con la que cierro este post:

¿Estás siendo quien querés ser, la mayor parte del tiempo?

Yo... creo que sí :)

20 junio 2013

A todos se nos cae un avión


"Entonces llegué al pico de la montaña, sólo que atrás de ese pico había otro, más alto. La cumbre no está donde vos pensás, sino donde la montaña quiere.", relataba el Dr. Canessa. Él fue uno de los sobrevivientes de un accidente aéreo en los Andes, que sufrió un equipo de rugbiers uruguayos y algunos familiares, alla por los '70.

Me encantan las historias de sobrevivientes. Me emocionan, movilizan algo muy profundo en mí y me dan fe en las personas, en el potencial humano. Por supuesto, en aquellas personas que no se dan por vencidas, a pesar de la perspectiva desalentadora.

Resiliencia. Esa es la clave: doblarse sin romperse. Y me pregunto: ¿qué es estar en supervivencia? Normalmente podemos elegir entre seguir con lo conocido o aventurarnos y hacer algo nuevo. Supervivencia es cuando la opción de lo conocido se desvaneció. Ya no está, y si nos aferramos a eso, enloquecemos. Y a veces, en ese estado, no hay tiempo para duelos; hay que actuar ya, para seguir con nuestra vida. El duelo, la elaboración de lo que sucedió, vendrá después.

La queja, la lamentación, son humanas, y siempre nos aparecen "¿por qué a mi?", "¿qué más me puede pasar?", etc. Pero hay que entender que son preguntas sin sentido y que no nos llevan a nada.

"Qué suerte tenés", le dijo un compañero a Canessa. "Suerte, ¿yo? ¿qué decís?". El compañero le responde: "Vos por lo menos, no tenés las piernas rotas como yo". Y él entendió que a pesar del hambre, la tristeza y el frío, siempre se puede estar peor. Y que él era "las piernas del grupo", que tenía que caminar e intentar buscar ayuda, porque ya los aviones de rastreo habían dejado de buscarlos, porque para el mundo estaban muertos (no para sus madres y sus padres).

Luego de una experiencia traumática algo cambia para nosotros, ya no somos los mismos. Y aunque volvamos al mismo lugar donde vivimos, nuestras prioridades han cambiado, y nuestra manera de ver el entorno. Conozco la sensación de re-conocer lo que nos era familiar. Haber estado fuera de lo corriente, fuera del "streaming" donde están todos los demás. Irse de campamento, estar una semana en la montaña, haciendo comida primitiva, sobrellevando una crecida de un río, de una inundación... y luego volver a la casa, los cubiertos, la tele... Es una situación extraña y maravillosa, donde me doy cuenta cuántas y cuántas cosas tengo, cuántas comodidades, relaciones, personas, mascotas, objetos... que amo y que es imposible valorar en su justa medida en el día a día, en la rutina. Esa sensación de lo valioso que es todo es intransferible. Al menos no se puede compartir entre personas a las que no les haya pasado algo así. Entre sobrevivientes.

Ahora me siento una superviviente, en esta recuperación de mi rodilla que ya lleva más de medio año. En la que, estando ya hace una semana internada, no me atrevo a decir "lo peor ya pasó". Siempre se puede estar peor. Y siempre hay que vivir para estar mejor. 


 Dejo para otra entrada lo que menciona Chuck Nolan (personaje de "Naufrago") acerca de los amores que nos acompañan...

01 junio 2013

...y no me llamo una rodilla

Hoy hace siete siete meses de mi lesión en la rodilla. Sí, siete. 

Y dos meses y medio de mi operación de ligamento cruzado y externo.
Hace rato que no escribo en el blog, un poco para no ser reiterativa pero... Bueno, esta etapa es así, pasan pocas cosas en mucho tiempo, pero por dentro se suceden las expectativas, los humores, los sentimientos y los estados de ánimo. 

Tengo miedo: Corro peligro de entrar al quirófano de nuevo. Pero más miedo tengo de seguir igual. 
Estoy caminando, pero con dificultad, y si hago más de dos cuadras o si estoy mucho tiempo parada, luego tengo que hacer reposo porque se me hincha la pierna.

Mi rodilla generó unas durezas, adherencias que hacen que la rótula no se desplace como debería. Esto hace que yo no pueda doblar la rodilla hasta 90°, como se supone que tendría que estar pudiendo hacer, ya a esta altura.

"Mayo es nuestro mes" dijo el médico. Y Mayo ya pasó.

Hace un mes, cambiamos el trabajo en el gimnasio por el kinesiólogo. Voy dos días a la pileta y al gimnasio después, y dos días al kinesiólogo. Hay que hacer que mi rodilla se doble. Y si no se dobla... bueno, habrá que doblarla bajo anestesia.
En resumen: DOLOR.


La última vez, el médico me encontró mejor. Había ganado unos grados desde el lunes anterior. Y me regaló una regla que después me dijeron que se llama goniómetro (soy su paciente más curiosa, dalo por hecho). Me verá el lunes que viene, y decidiremos...




¿Qué es lo peor que puede pasar? Que no decida nada, y tenga que seguir igual que ahora. Que no gane en flexibilidad, y que tenga que seguir soportando dolorosos ejercicios y fuerza sobre mi pobre rodilla. 
La otra opción es que este esfuerzo empiece a funcionar. 
Y la otra, que me pongan una peridural, me duerman, y me doblen la rodilla, con fuerza o con bisturí.

Tuve 15 días para poner mi energía en luchar y ganar esos 90° que necesitaba... y perdí. 

Tenía un objetivo en Mayo, y no lo logré. 
Por momentos, en el gimnasio, lo único que quiero es ir a casa a llorar tranquila.

Pero he generado una cantidad de recursos creativos, que hacen que de una manera u otra siga dando batalla. Tengo mejores y peores días... pero jamas falto y siempre hago más de lo que me piden, aunque se me salten las lágrimas. Estoy dando lo mejor de mí, sin saber si lo voy a lograr, porque yo, sinceramente no veo mucho progreso (o por lo menos no es proporcional al dolor).

Y me digo:
No soy una rodilla que duele. No soy el dolor.

El dolor no me define como persona.
El dolor no es quien soy: el dolor pasará y yo permaneceré (aunque sea, un tiempo más). 

Soy yo, con mis múltiples nombres. 

Soy mamá.
Soy esposa, compañera, amante.
Soy escritora.
Soy ingeniera, docente de física en Ingeniería (UNLP).
Soy empresaria, soy coach.
Soy guía, guiadora, instructora, miembro de consejo.
Soy deportista, soy una artista (marcial y no marcial).
Soy mujer, soy feminista.
No he dejado de ser todo eso.
Me gusta jugar, crear, leer, imaginar, charlar, disfrutar, amar, aprender, enseñar...
Me gusta, de verdad, usar mi cuerpo. Sentir la transpiración y las endorfinas que fluyen.

Hay una parte de mi cuerpo que no está funcionando, y que pretende tiranizar todo mi ser. Quiero curarme, quiero volver a ser una. "Vení, rodillita, ¡hacete amiga!"

Y doy un paso tras otro, porque estoy siendo, momentáneamente, una persona en recuperación.


Y cuando siento que no voy ganando, cambio al método Sucker punch: escapar de la realidad.

Una manera es pensar que no estoy ahí, que estoy en una playa con muy poca gente, música copada y un daikiri en la mano (o una caipirinha), el mar con las suaves olas y el sol con su calidez en mi piel. Y la arena...

Cuando eso no funciona, me transformo en personajes de ficción. Y hasta armé un álbum en Facebook con todas ellas, las mujeres más fuertes de las películas y series. Esas indestructibles, fuertes, invencibles...



Soy Kara Thrace, y si no puedo manejar mi rodilla no podré pilotear la nave contra los cylon.
Soy Ripley, y si no corro no podre escapar del alien.
Soy Janeway, y la tripulación depende de mi estado de ánimo y de que me mantenga más o menos en pie... 
Soy Lisbeth, y no importa cuánto dolor o cuánto daño me hagan, prevaleceré.



Hay quien dice que si estoy dando todo de mí, estoy ganando... 
Supongo que de eso se trata.


De tener una VISIÓN, de SABER que voy a caminar, luego trotar y correr, andar en bici y en moto... 


Y saber que siempre se puede estar peor.



Tenía un objetivo, y aunque haya pasado el mes, sigue estando, y se llama: 90°.
Tengo un objetivo este año... y se llama: Creamfields 


Para l@s que lean esto, no pretendo su compasión. Pero si quieren acompañarme, de la manera que les salga, son bienvenid@s.

15 abril 2013

Lentos y firmes avances


Hace unos días que estoy pudiendo hacerme el desayuno sola. Bueno, a veces con ayuda de Mora. Porque, ademas de que no puedo estar mucho tiempo parada (por ejemplo, exprimiendo jugo), tampoco pedo transportar cosas con las manos y desplazarme a la vez.
Es complicado.
Si me paro, por ejemplo, frente a la heladera, para agarrar algo tengo que soltar las muletas. Y si las suelto, no me puedo desplazar. Porque el médico me dijo que no ande a los saltitos, que se me pueden desprender los injertos. Es decir que tengo que estar parada en medio de la distancia entre heladera y la mesa, para agarrar algo y llevarlo con la otra mano a otro lado. Y así con todo: con el plato y los cubiertos, con el pan y la tostadora, con la mermelada...
Entonces todo requiere una cuidadosa logística previa: como diría el Chapulín Colorado, "mis movimientos están fríamente calculados".

La novedad es que ahora apoyo la pierna por momentos breves, y con el pie medio vacío (en que lo entienda, joya, no lo pienso explicar). Eso me da más tiempo, por ejemplo, para bañarme, lo cual es un alivio.

Porque bañarme también es complicadísimo. Tengo que entrar a la bañadera, para empezar, sin apoyar el pie y sin doblar la rodilla, para lo cual me siento en el borde y paso por arriba la pierna estirada. Y después me paro y me baño, tratando de no tener que desplazarme mucho porque para eso me tengo que colgar de la ventanita... 

En fin. La otra buena noticia es que ahora le estoy dando más al gel helado que a los analgésicos. Las heridas empiezan a picarme, y eso es buena señal. Porque los días siguientes a la operación (20 de marzo) fueron de MUCHO dolor. Luego se fue aplacando... Me sacaron los primeros puntos (heridas chiquitas) y el viernes pasado me sacaron los puntos que quedaban (de las dos heridas grandes). Estoy tentada de subir las fotos y por otro lado me parece medio morboso, qué se yo. 

Así que ahora siento que estoy en una especie de retroceso: si bien me pican las heridas, también me duelen. Los puntos estaban medio pegados, y al sacarlos el médico tuvo que tironear un poco... Y eso, sumado a que ahora cambié a una rodillera IRON que me permite una movilidad de la rodilla de 15°, hizo que volviera el dolor, no tan fuerte como los primeros días, pero... jode.

Ya hace 6 meses de mi lesión...



 En este tiempo he aprendido a no esperar resultados rápidos, y a disfrutar de otras cosas dentro de mi... no digamos inmovilidad, sino poca movilidad. Porque como dijo una vez mi psicóloga, estoy en con-moción, me muevo "con" otros. Uno de los resultados de esa conmoción fue la transformación de Jane Poppins, ¡y hoy estamos cerrando nuestra primera venta! Pero ese es otro tema, que ya contaré.

Y aproveché todo este tiempo para hacer muchas otras cosas: 

  • Estoy terminando mi novela: "Tatuajes en Espejo". ¡Me faltan sólo dos capítulos! Y aunque sé que ahora empieza el arduo trabajo de revisión, que debe ser más exhaustivo al terminar de escribir, estoy muy contenta.
  • También retoqué y escribí cuentos para publicar, y los empecé a enviar. A algunos los aceptaron.
  • Tampoco es casual que haya tantas entradas en éste y en mis otros blogs: estoy escribiendo MUCHO.
  • Le di forma, junto a mis socias, a Jane Poppins.
  • Terminé mis conversaciones de Coaching, también la tesina, (y Jane Poppins era mi proyecto de resultados extraordinarios), y ahora sólo me resta la conversación final con el director de la escuela. Este año voy a certificar como Coach Ontológico.
  • Estuve participando activamente de las guías y particularmente en el tema de las inundaciones, aunque sin moverme de casa, coordinando gente y cosas. 
  • Y últimamente, ¡estoy tocando el bajo! Lo cual está bueno, como efecto secundario, para no estar tanto tiempo en la compu y en facebook...
  • Y en Facebook estoy mucho tiempo, en los grupos, en mis páginas, en discusiones políticas o ideológicas, y JUGANDO un montón.
Estoy bien de ánimo, y eso es lo importante. Nacho me banca un montón, mi mamá también, y Nane. Mora está hecha un amor, está creciendo tanto! Y no me la estoy perdiendo... bueno, salvo cuando se van a andar en bici, pero ya saldré con ellos en primavera.

No sé si lo peor ya pasó. No sé cuántos meses más estaré rehabilitando (por lo pronto en la UNLP me dieron 90 días mas de licencia). Pero HOY estoy bien, y sé que hoy, di un paso más hacia mi recuperación, como cada día.

Lo que venga... vendrá después.

08 abril 2013

Algo huele mal en La Plata

Hace tres o cuatro días que tengo asma. Y mocos. E insomnio. 
Seguramente estoy somatizando. Me afectó mucho la inundación del 2 de abril en La Plata, que dejó un saldo de muertos y miles de casas destruidas por el agua, y la explosión de una parte de la destilería de YPF en Ensenada. 
Me la paso en Féisbuk tratando de hacer algo, de transmitir información útil, de denunciar cosas que se quieren tapar. En un momento me había agarrado la desesperación, porque no podía hacer nada desde acá, desde el reposo postoperatorio de mi rodilla. Pero después encontré tarea en publicar datos, y en coordinar una mínima logística familiar y de amigos para ayudar a gente que no había sido asistida. Luego armamos una página: Reconstrucción platense.
La mitad del tiempo me maravillo de esta inmensa cadena solidaria que se armó, en otros momentos, estoy triste (a veces se me caen las lágrimas) por las historias que me cuentan y que leo, y el resto del tiempo, indignada.

Indignada con las mentiras:

* De que YPF no emitió gases ni partículas tóxicas. Mi médico recuerda el sonido de la explosión, y que poco después, el agua que estaba entrando a su casa se llenó de un líquido negro. Hoy, Mora jugando en lo de mi mamá, se tiznó de negro los zapatos, la pelota y las manos. Negro, negro, negro. No era un barro común.


* De que los muertos son 51, y que hay una única señora desaparecida. Evidentemente alguna consecuencia habrá de asumir la verdad, para no querer admitir la dura realidad de que en cada barrio hay 50 muertos... Que en la nómina oficial casi no figuran niños, que la nómina se cerró el miércoles y todavia el jueves y viernes siguieron encontrando cadáveres. Que en los hospitales, por falta de luz, murió gente. Que hubo gente que no se ahogó, pero murió de un paro cardíaco. ¿Por qué sus muertes son menos válidas que las otras? ¿Por qué no se habla de los niños indocumentados, sí, esos que están en la calle, los más vulnerables de todos?

* De los políticos, que no terminan de decidirse de quién es la culpa, y que no tienen un plan claro a seguir. No hicieron caso de las advertencias de los expertos, de que había un serio riesgo de inundación en la región, y no solamente no se hicieron obras, sino que jamas hubo un plan de emergencia. El Alcalde Diamante.. perdón, el Intendente Bruera, y el Gobernador Scioli. Y la Presidenta también, que da el ejemplo cerrando el diálogo y cortando fondos.

* De una facción del oficialismo: La Cámpora. ¡Oh, los grandes salvadores! Que entran prepotentes a un lugar, echan a los voluntarios y voluntarias para ponerse al frente del trabajo. Que le ponen la etiqueta de "Clarín miente" o "La Cámpora" a las donaciones de la gente. Que interceptan camiones que van a los barrios, para repartir ellos los colchones y demás donaciones. Que si querés acercarte a trabajar, te imponen el chaleco azul.
"Estan trabajando a full". Sí; gracias. Pero ¿para qué la prepotencia, muchachos? 
"Se identifican, al igual que los scouts  (y guías) y la cruz roja". Acá disiento. Hay mucha diferencia entre voluntariado y militancia política. En la militancia puede haber servicio, pero siempre está la ganancia política detrás, y en este caso, el clientelismo. En el voluntariado, no.

Se ampararon en decir que la lluvia fue extraordinaria. Y eso es un hecho. Pero, como alguien dijo por ahí:

No es el agua lo que sumerge; el agua inunda lo que ya está sumergido.
No es la naturaleza que se ensaña con el excluído, es la cultura que naturaliza la exclusión. 

En fin... entre tanta mierda, literalmente, algo bueno debe salir. Cada Crisis conlleva Peligro, pero también, Oportunidad. 

Es nuestra oportunidad de despertar como sociedad y exigir cambios reales y no papel pintado. Que las buenas decisiones que impulsa este gobierno sean a largo plazo, que la corrupción no nos tape, ni nos mate. Que surja una oposición decente y que el diálogo político sea para cotejar propuestas y no para las chicanas dignas de chimentos del espectáculo.
Yo tengo ganas de creer en alguien. Yo no me puedo postular a Intendente, a Gobernadora, a Presidenta. No tengo formación política ni respaldo. Algún candidato DEBE tomar la posta, alguien con dos dedos de frente, alguien que ESCUCHE, principalmente, lo que la gente necesita y quiere pedir, lo que tiene que decir, porque la gente, nosotros, sabemos muchas más cosas de las que los gobernantes creen. No necesitamos que nos traten de estúpidos.

Y sobre todo, en medio de tanta muestra de solidaridad, sería lindo agarrar la costumbre, ¿no? La costumbre de donar, cosas y tiempo, para los demás. No duele, ¡y es tan lindo! Y no sólo limitarse a la buena acción de donar, ni al servicio de ayudar, sino comprometerse a la construcción, al Desarrollo Comunitario, donde tod@s somos iguales, donde no hay un "yo doy, vos recibís", sino un "construimos juntos".

Ya es tarde y en estos días he escrito y he estado frente a la compu más horas que nunca. 
Quisiera cerrar esta reflexión, esta catarsis, con una poesía de Benedetti, que en este momento me cabe al 100%


Defensa de la alegría - Mario Benedetti

Defender la alegría como una trinchera 
defenderla del escándalo y la rutina 
de la miseria y los miserables 
de las ausencias transitorias 
y las definitivas 

defender la alegría como un principio 
defenderla del pasmo y las pesadillas 
de los neutrales y de los neutrones 
de las dulces infamias 
y los graves diagnósticos 

defender la alegría como una bandera 
defenderla del rayo y la melancolía 
de los ingenuos y de los canallas 
de la retórica y los paros cardiacos 
de las endemias y las academias 

defender la alegría como un destino 
defenderla del fuego y de los bomberos 
de los suicidas y los homicidas 
de las vacaciones y del agobio 
de la obligación de estar alegres 

defender la alegría como una certeza 
defenderla del óxido y la roña 
de la famosa pátina del tiempo 
del relente y del oportunismo 
de los proxenetas de la risa 

defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno 
de las mayúsculas y de la muerte 
de los apellidos y las lástimas 
del azar 
y también de la alegría.