... es sólo empezar.
decía mi abuelo paterno.
Y... me pasa un poco eso, ¿no? ¿A quién no?
Tenes
ganas de comer algo dulce. "No, mejor no, que me van a salir
llaguitas/granitos. Bueno, sólo una cucharadita de dulce de leche". Sólo
una, dos tres, MMMMMMMM... me empalagué, tomo agua, ÑAM, ¡¡qué
ricoooo!!
Te pica un poquito. Sabés que no tenés que rascarte, que está irritado, que si te rascas te vas a lastimar y después la picazón va a ser peor y... SCRACH-SCRACH-SCRACH cuando querés acordar le estás dando con las uñas ¡¡y con UN PLACER!!
Te subís a la bici. "Hoy voy a andar tranqui así no llego toda transpirada. Ay, que agarro el semáforo justo antes de que cambie...". Y cuando quiero acordar ya estoy parada sobre los pedales, en el piñon más chico y la corona más grande, echa un bólido humano, ¡andá a frenarme!
La tentación en concreto. Eso a lo que no te debés acercar, como la polilla que sabe que no tiene que acercarse al fuego, y sin embargo le fascina. Y se me ocurren más ejemplos... ^.^
¡"Comer y rascar, es sólo empezar"!
Mejor no empezar, entonces, ¿no?
O quizás... ¿sí? ;)
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