Cumpleaños!

Esta semana hace ya cuatro años que adoptamos a M&M. Eran tan chiquitas! Al principio, pensamos que eran gatito y gatita, y se llamaron Mustafá y Matilda. Con el correr de los meses, Mustafá se convirtió en Mustalina... o mejor dicho, "Musta" a secas, ya que las dos responden (cuando quieren, como todo gato) a su nombre. Y Matilda quedó "Mati".
Ese día que las trajimos, cabían en una mano, y Musta estaba tan asustada que no paraba de bufar... y apenas maullaba! no sabían siquiera ronrronear!




Acá las vemos, haciendo gala de su actividad preferida.





No parecen hermanas! Musta es negra y blanca, de pelo largo, quiere ser siempre el centro de atención y si hablo por teléfono se torna insoportable. Mayormente se la pasa durmiendo, hasta que reclama mimos o corre por toda la casa, salpipoteando por las paredes y puertas. Mati, en cambio, de tres colores, pelo corto (así que siempre entre frazadas o al sol), tímida pero más juguetona... es particularmente molesta cuando nos disponemos a ver una película: sí o sí hay que hacerle un bollito de papel, porque si no se la pasa maullando... quién sabe qué pensará cuando estamos Nacho y yo mirando el monitor de la compu en la habitación semioscura, ¿no?

Y la gran pregunta es: ¿cómo será todo dentro de un mes... cuando dejen de ser las reinas de la casa para pasar a segundo plano? Sólo espero que el mosquitero que trae la cuna sirva tambien como barrera para gatas!